sábado, 3 de enero de 2015

La entrevista

     La entrevista

     Somos tres amigos reunidos en la casa que alquila Oscar, muy cerca de donde duermen los muertos y lloran los vivos.
    Transitamos la década del noventa y el neoliberalismo reina en el país.  Muchas veces llevamos la misma ropa por una semana  y no nos bañamos todos los días. Siempre escuchamos rock, esa tarde nos deleitamos con  Nirvana. La sala principal tiene colgado un retrato del Che, confeccionado por el tenedor de la casa. También hay un afiche de Altamira presidente. Mauricio comenta que su padre está más molesto que lo habitual, ya que todos los malditos días insiste con la idea de que busque un empleo porque está cansado de mantenerlo sin que él no haga nada. Oscar, continuando  la charla, expresa  que necesita también de un laburo  porque hace dos meses que no paga el alquiler; además tiene el deseo de adquirir una batería. Tenemos que cumplir con nuestro deber.
    Por mi parte, agrego, que podríamos ir a buscar un empleo en la fábrica los tres juntos.
    Mauricio insinuó que es una explotación ser operario, pero lo positivo es que tiene una buena paga.  Oscar muy interesado pregunta ¿Y cómo hay que hacer?
    Respondo diciendo que lo primero que debemos hacer es llenar una solicitud de empleo. Añado que el formulario lo entregan en la entrada de la planta, después hay que esperar a que te llamen  para someterte a exámenes médicos y , por último, te hacen firmar un contrato. ¿Y cómo es el contrato?, pregunta nuevamente Oscar.
    Mauricio explica que el contrato laboral es por un mes  y por dos años te lo renuevan mes a mes,  hasta el contrato definitivo. Al cumplirse dos años de estar empleado precariamente el empleador tiene la obligación de tomar en efectivo al operario. Oscar repuso que lo más probable es que nos rajen antes que se cumpla ese plazo de dos años.
    Igualmente, digo, vamos con la idea de laburar un tiempo. No nos quedaremos trabajando como negros toda la vida y mucho menos dejándonos explotar. Sí buena idea manifestó el resto.
    Convenimos que iríamos a la mañana siguiente.
    Antes de despedirnos Mauricio pregunta ¿Nos afeitamos para mañana? A lo que contesto “No que nos vamos afeitar…  Vamos a demostrarles que tenemos personalidad."
    Nos volvimos a reunir tarde, ya que no habíamos fijado una hora determinada  de cita.
    Cerca del mediodía arrancamos caminando encorvados y aplomados y el sol de tono amarillo enfermo provoca que mis manos estén mojadas.
    Charlamos alegremente de los discos compactos que nos compraríamos.  Mauricio nos relata de un tatuaje que quiere realizarse en el brazo, consiste en un ojo alado que recurrentemente  se le aparece en sueños. Nuestros pasos son lentos como si cargáramos el peso de una mesada. Nos detenemos frecuentemente  con excusas tontas, como si no quisiéramos llegar al final del recorrido.
    En la travesía cuento el número de las ventanas,  si es par o impar  buscando descifrar el destino de nuestra suerte.
    Cuando observamos el humo de las chimeneas nuestros rostros se transforman en gravedad. Parecemos un luto mudo. La angustia silenciosa se apodera de nosotros y nos quita violentamente el  buen humor. Somos tres zombis ensimismados marchando.
    Enciendo un cigarrillo para despistar y tímidamente nos acercamos a la entrada del establecimiento.
    Nos arrimamos como liebres perseguidas por una jauría a la garita de seguridad. El guardia sale de su perrera  y nos detiene el paso.  Pregunta,  ¿qué buscan acá?
    Oscar asumió la voz y responde “Venimos a buscar solicitudes para trabajar”. El custodio con cara de escuerzo inflado y burlándose contesta  “Ya no quedan, sí  quieren pasen dentro de unos meses."
    Suspiramos y como gatos que no tienen apetito respondimos a coro: “Gracias”.
    Los tres nos sacamos esa gran carga de la mochila.
    En el recorrido de regreso  la alegría sobreviene como un gol de Boca. Y dije, “che y mira si nos llamaban a laburar”. Los tres nos reímos.  Finalmente en la casa de Oscar tomamos unos mates escuchando Alice in Chains.



Por  N.M. F.