A través de una ventana
La noche se presenta sombría y doliente. El
desasosiego, por ausencia de sueño, me invita a callejear. La última imagen grabada
en mi retina es que vino un circo ruso y todo el pueblo quedo atrapado bajo una
carpa; luego tomo la campera de jean y acompañado con las lágrimas de la luna
camino esquivando charcos por las viejas calles.
Nadie puede vivir en este mundo si no está
aferrado a algo y en un pueblo mistongo es fácil, para quién no tiene un cobre,
confundirse entre la gente. El silencio de la noche es mi confidente porque
calla, digo en mi interior que hay hechos que no pueden cambiarse y un problema
que no tienen solución no es un problema.
Atravieso la plaza oliendo el alquitrán que proviene
de los eucaliptos.
El bar Solos y Solas tiene las puertas
abiertas a los solitarios, aquí no te das cuenta que estás triste. Cuando paso
por la vereda del bar veo a Damián, del otro lado de una ventana, ermitaño en
una mesa con ojos vidriosos me invita a que me acerque. Damián es uno de los pocos
y buenos compañeros que tuve en la secundaria. No puedo estar solo y esa es mi
contrariedad. Sin la sociedad el hombre se transforma en una bestia.
Coloco la campera en el respaldo de la silla
y me acomodo.
-Gustavo... yo invito el primer trago.
-¿Sabes que andan diciendo en este pueblo de
mierda?
-No... contame.
-Que con un palo perseguía a dos chicas.
-Siempre están inventando alguna basura por
el estilo y el gentío crea algo que teme... yo sé quién sos vos... no me
importa lo que digan.
-No sé por qué motivo me pusieron el traje de
loco. La masa a veces inventa cosas que tienen en su fantasía... a mucha gente
le agrada escuchar farabutes.
-¡No te atormentes con eso! El tiempo se
lleva todo y este infierno siempre pasa... se puede prever un paro cardíaco,
pero nadie puede prever una mentira... el mundo es injusto...
-Hay gente que no quiere dejar vivir a los
demás y viven ensuciando. Lo que aceptas te cambia y lo que niegas te
esclaviza. Muchas veces no se acepta la verdad porque no se quiere, cada uno ve
lo que quiere ver. La mentira no se olvida y por eso duele más tiempo...
-¡No tenés que darle bola a lo que dicen! Siempre
es el mismo circuito: Un envidioso inventa un farabute y un chismoso agrega
algo más y lo desparrama.
-Schopenahuer escribió que el hombre que no
descubre la verdad sigue siendo insaciable... es como un hámster que se afana
de correr en la rueda de su jaula, sin avanzar ni un centímetro a pesar de todo
su esfuerzo...
En los parlantes suena la canción Manicomio
Gris de Peligrosos Gorriones. Si una persona no hace nada en su presente le
llevará mucho tiempo cambiar, es ridículo pensar que todo va a cambiar en el
futuro sin modificar el presente. Aunque cambiar de punto de vista es un
adelanto. Muchas veces la realidad de cada uno depende de cómo se ven las
cosas. Damián cruza su pierna derecha sobre la izquierda imitando mi postura
como un espejo. Y expresa:
-Las personas solo aprenden lo que descubren
por sí misma... para llegar a la verdad tiene que haber la intención de
adquirirla intencionalmente... querer explicarle a alguien con palabras en qué
consiste la fe, por ejemplo, es como querer saciar de pan a alguien con solo
mirarlo.
-Ciertamente Damián... a una persona no la
compromete una idea o un pensamiento... lo que retrata a una persona son sus
actos.
-Sí hay algo difícil es intentar cambiar los
hábitos de una persona... el hombre es un animal de costumbres y lo que hace la
mayor parte del tiempo constituye su religión.
-"Quién me tiene por un hilo no es
fuerte, fuerte es el hilo" dice Porchia y un gran filósofo afirma que si
fuera posible penetrar profundamente en la manera en que un hombre conforma sus
acciones, hasta el más mínimo detalle, y al mismo tiempo las causas
exteriores... se podría predecir con mucha certeza la conducta de ese hombre en
lo futuro...
No hay que esperar que otro haga lo que vos
tenés que hacer.
Damían se encuentra como un trompo que le
cuesta sostenerse. Yo, antes de llegar al punto de embriaguez, abandono el
alcohol y de madrugada arrastro los pies que buscan mi territorio. La luna ha
dejado de soltar lágrimas y alumbra mi camino. Cuando llego, un viejo poster de
Hermética en la pared ruega no caerse. No soy alegre; sin embargo, da la
impresión que la alegría me acompaña.
En el silencio del atorradero me recuesto en
la catrera y escucho una voz suave, como la de un ángel, que me dicta una
parábola: "Existen dos clases de frutos. Hay frutos que son verdes y se
mantienen aferrados al árbol y también existen frutos maduros que son los que
se desprenden y renuncian a sus ligaduras. El fruto representa al hombre y el
árbol simboliza la vanidad."
nf