La ura
"Lo
intenso, por una ley poéticamente física, es breve."
Edgard
Allan Poe
Una joven mujer llamada
Claudia lleva varios días fané sufriendo una molesta inflamación en el brazo
izquierdo, es fastidioso como una mosca verde en verano. El dolor es constante
y tiene la mayor parte del tiempo el brazo irritado, también siente movimientos
en la hinchazón y.
Vive en San Martín, en
la provincia de Buenos Aires, es soltera y convive con su madre. Claudia se
siente sola en su dolor aniquilando todas sus fuerzas y aflojando todos los
músculos de. En este mundo todos tenemos un cuerpo tan débil que enfermamos y
envejecemos..., podemos morir en cualquier momento. Todos, absolutamente todos,
nos vamos a pudrir.
El médico de cabecera no
encuentra ninguna solución al problema que la aqueja. Simplemente le receta
antiinflamatorios..., pero al deslizarse una semana no resuelve de forma
definitiva el asunto y el doctor disipa derivarla a un dermatólogo de.
Al concurrir al turno
del especialista recomendado, éste observa la infección y no supo dar una
respuesta científica al mal que. El problema no es caer sino como levantarse.
Consulta a otros médicos
dermatólogos que tampoco aciertan una cura concluyente y esto la atormenta.
Un día se encuentra con
María, una amiga de la niñez, y le relata el problema que la aflige en. Afuera
el viento frio golpea las ventanas, puede verse al viento ingresando.
María interviene y
comenta de un joven especialista en piel, el doctor Ruiz. Las ramas se mecen al
ritmo de la corriente. Agrega que es muy bueno en su profesión y que tiene la
certeza que él va a encontrar una solución al inconveniente. Claudia, como si
le dijeran que Judas no traicionó a Jesús, apunta en el celular el número del
dermatólogo recomendado.
Al pasar dos días,
Claudia exhausta, resuelve sacar un turno al profesional confiado por.
Camina a la clínica y acude
a la cita programada. Llamaron a una mujer, después a un viejo. Estuvo
esperando quince minutos más hasta que el doctor Ruiz la llama por. Claudia se
levanta del asiento y acude a.
En el consultorio
pregunta muy amablemente el especialista:
-¿Qué le anda pasando?
-Desde hace tiempo que
tengo éste problema –agrega tocándose el rostro-, ninguno de los médicos que
consulté me supo dar una cura definitiva.
El doctor coloca sus dos manos hacia arriba en
forma de ojiva y dice:
-Haber muéstreme el
problema.
Claudia desnuda su brazo y le muestra la
hinchazón.
-¿Esta infección se mueve? –pregunta el médico.
- ¡Sí! -afirmando con la
cabeza-. ¡Como lo supo! Responde Claudia extrañada.
-¿Por casualidad usted
estuvo en la provincia de Misiones?
La paciente pasa una
mano en la frente y recuerda que hace un mes estuvo en Iguazú.
El doctor Ruiz indica:
-Tiene suerte que soy
oriundo de esa zona, lo que usted tiene es una ura. Una afección exclusiva del
noreste argentino.
-¡Ah! -con sorpresa y emoción.
Interroga intrigada Claudia:
¿Y en qué consiste?
-Es una
mosca llamada ura que raramente deposita sus huevos en humanos vivos, en
verdad, primero la mosca deposita sus huevos en un mosquito y (a la vez) cuando
este mosquito infectado pica a una persona inyecta en la picadura los huevos de
la ura. No es muy común, pero a veces.
Un frio recorre la espalda de Claudia y
pregunta:
-¿Tiene cura?
-Sí y es muy simple.
Tiene que colocarse jabón húmedo en forma de pasta o bolita en la zona
infectada. Luego deja que el jabón se seque, unas veinticuatro horas, y las
larvas mueren de asfixia.
-¡Uh doctor!, no sabe
como se lo agradezco y.
-No se preocupe, para
eso estamos. Cada uno hace lo que puede.
Claudia se retira airosa
y satisfecha de saber que hay una cura para su enfermedad. Es mejor saber la verdad
que ignorar lo que sucede y para llegar a la verdad se necesita humildad. Donde
hay humildad hay sabiduría.
Al otro día ejecuta lo
que le revelo el dermatólogo. Al pasar un día más se siente libre como un
prisionero que encuentra la celda abierta de su cautiverio. Hay personas que
toda su vida llevan una prisión. Por precaución deja pasar unas horas más, aprieta
fuertemente con los dedos la zona infectada hasta que se abre una gran boca y
las larvas salen expulsadas hacia. Moscas revolotean.
nf