lunes, 1 de enero de 2018

La historia de un duro hijo de puta

LA HISTORIA DE UN DURO HIJO DE PUTA
  Vino a la puerta una noche mojado flaco golpeado y aterrado un gato blanco bizco sin cola lo entré y alimenté y se quedó empezó a confiar en mí hasta que un amigo subió por mi calle y lo atropelló.
  Llevé lo que quedó a un veterinario que dijo, “no mucho se puede hacer… dele estas píldoras… su columna está destrozada, pero estuvo destrozado antes y de algún modo se arregló, si vive nunca caminará, mire estos rayos X, ha sido disparado, mire aquí, los perdigones están aún ahí… también, una vez tuvo cola, alguien se la cortó…”
  Me llevé al gato, era un verano caliente, uno de los más calientes en décadas, lo puse en el suelo del baño, le di agua y píldoras, no comió, no tocó el agua, yo sumergía mi dedo y mojaba su boca y le hablaba, no me movía de casa, pasé un montón de tiempo en el baño y hablé con él y lo acaricié suavemente y él me devolvía la mirada con esos ojos bizcos azul pálido y cuando los días pasaron hizo su primer movimiento arrastrándose con sus patas delanteras (las de atrás no funcionarían).  Lo hizo hasta su cama trepó y se dejó caer, fue como el canto de una posible victoria celebrando en ese baño y en la ciudad, yo le conté a ese gato --yo lo había pasado mal, no así de mal pero bastante mal…
  Una mañana se levantó, se paró, se cayó y sólo me miró.
  “Vos podes,” le dije.
  Siguió intentando, levantándose y cayendo, finalmente caminó algunos pasos, estaba como un borracho, las patas traseras no querían hacerlo y volvió a caer, descansó , luego se levantó.
  Ya sabes el resto: ahora está mejor que nunca, bizco, casi sin dientes, pero la elegancia regresó, y esa mirada en sus ojos nunca se fue…
  Y ahora a veces soy entrevistado, quieren escuchar acerca de la vida y de literatura y yo me emborracho y sostengo a mi bizco, disparado, atropellado y desrabado gato y digo, “¡miren, miren esto!”
  Pero ellos no entienden, ellos dicen algo como, “¿usted dice que ha sido influenciado por Céline?”
  “ No,” yo sostengo al gato, “¡por lo que pasa, por cosas como esto, por esto, por esto!"
  Sacudo al gato, lo sostengo en la luz con humo y alcoholizada, está relajado, él sabe…
  Es entonces cuando las entrevistas terminan aunque estoy orgulloso a veces cuando veo las imágenes más tarde y ahí estoy yo y ahí está el gato y somos fotografiados juntos.
   Él también sabe que todo son estupideces pero que de algún modo todo ayuda.
Charles Bukowski