Extraños en este mundo
Todos estuvimos un poco locos al elegir la
Tierra para reencarnar. Cuando nacen los hombres en la Tierra somos como
extraños en una tierra extraña, los espíritus son extranjeros al reencarnar en
un cuerpo que le es chocante. Los humanos que residimos en la Tierra somos como
extraterrestres.
La Tierra no es el infierno, pero es uno de
los mundos inferiores del Universo (hay mundos aún mas inferiores).
En los mundos superiores hay mayor cantidad
de espíritus buenos que malvados; inclusive hay mundos que son poblados
exclusivamente por espíritus buenos. Aquellos mundos tienen un cuerpo
impalpable comparado al terrestre. La mayor parte de los espíritus que habitan
en la Tierra son espíritus inferiores, lo que provoca que haya tanta maldad
aquí. Por este motivo expresó Jesús que Satanás es el príncipe de este mundo.
La gran mayoría de los espíritus inferiores
que moran temporariamente en este mundo vienen para purgar y expiar. Los más
atrasados (al desencarnar y fallar en su misión) regresan a mundos mas imperfectos.
En general, los pocos espíritus bienhechores que reencarnan aquí es porque
vienen a cumplir una misión.
La inmensa masa de los espíritus que habitan
la Tierra están sometidos a una prueba; este mundo es un purgatorio y debemos
aprovechar nuestra estancia para purificarnos e intentar superar nuestras
pruebas. De tal modo obtendremos una mejor progreso. Sería ilógico pensar que
por vivir cincuenta años (o lo que fuere) en este mundo iremos a un infierno o
paraíso eterno. Si fuera así, el Creador sería injusto.
Cuando el mandamiento bíblico nos dicta
"Amar a Dios sobre todas las cosas" no significa que hay que estar
todo el tiempo adorando y alabando a Dios (el Todopoderoso no necesita nada).
Significa que hay que evitar aferrarse a las cosas y a las personas, significa
también dar mayor importancia a la búsqueda espiritual que a la posesión de
objetos materiales. Las mayores vanidades son el poder y la fama.
El creerse poderoso es un síntoma de locura.
Todo es vanidad.
En los mundos inferiores se podrá estar mil
años (sobretodo si se trata de un espíritu perverso), pero en algún momento ese
espíritu querrá progresar. Dios no condena a nadie a los mundos imperfectos.
Podrá permanecer mucho tiempo en la maldad, pero no eternamente. Lo contrario
equivaldría a decir que Dios es artífice de la imperfección. El Creador permite
el mal, pero no lo aprueba.
Un hecho malicioso constituye una prueba para
los involucrados, para el que lo comete y para el que lo recibe. Todos
rendiremos y pagaremos las acciones y hechos que perpetramos.
La Tierra (quizás) constituye el infierno de
otro mundo.
nf