domingo, 1 de abril de 2018

Un libro descansa


Un libro descansa

"Para ser sinceros: los seres humanos son los diablos de la tierra y los animales las almas atormentadas." Arthur Schopenhauer



   Sé que no soy del todo sano y enciendo un cigarrillo tras otro. La tristeza siempre regresa y muchas veces Chopin me acompaña con su piano polaco. Por la noche estando solo la mayor parte del tiempo planeo, pienso, y medito de que manera conquistar a una mujer. Cuando las cosas fallan hay que hacer las cosas de manera diferente, cambiar el rumbo no el objetivo. No puedo pernoctar pensando en lo que no tengo, al menos sé lo que me falta. Me despierto y el sol se burla de mí. Muy dentro de cada uno todos nos sentimos solos. La única persona que siempre me ha ayudado fue mi madre, y ya no está. Es una lucha constante no sentirse solo. No tengo miedo a la muerte, tengo miedo a la vida. No puedo con la soledad y harto de esperar  la muerte apeo hacia el sur con los bolsillos vacíos.
  
   Intento esquivar el sufrimiento, aunque así y todo no soy feliz.
  
   Estoy peor que una garrapata en un perro de peluche. Un perro ladra a dos guachos que pasan con gomeras. Golpeo la puerta de entrada de la casa de Eduardo, corre el vistillo, veo un ojo que contesta "Espera que me pongo un calzoncillo y te atiendo". Abre y lo sigo mientras se rasca el culo. Todo es oscuro, las persianas están echadas, excepto por donde el sol se cuela en los trozos rotos de las persianas. Nos salen al cruce dos cuscos que el dueño acaricia diciéndoles, "bueno, bueno ya está".
   Una vez al año se rasura totalmente el rostro, así afeitado parece una persona. Su estómago es como una sandía y tiene pelos muy largos en los agujeros de la nariz. Al lado de Eduardo siempre está la mugre. La casa huele a humo de tabaco y excrementos de perros que se encuentran esparcidos en todos los rincones. Cuando se amontonan Eduardo los levanta con una pala o con una mano envuelta en papel higiénico y los arroja al retrete indicando, "tendría que ponerles pañales a estos perros". Circula un aire muy parecido al de un tacho de basura destapado. Cachafaz duerme siempre con los tres perros y las pulgas, si quieres a los perros también quieres a sus pulgas. Al baño le decimos Valdez, porque la mochila del inodoro no funciona y cada vez que se usa hay que arrojarle un balde con agua.
   Las ratas se sienten incómodas por compartir la casa con Eduardo. Chupa un mate con yerba vieja y dice:

   -Vení te voy a enseñar algo -enciende un cigarrillo.

   -¡Ah! Mira cómo están los tomates.

   -Y también puse semillas de morrones. -Ves acá están creciendo.

  El patio de la casa está cubierto casi totalmente con cerámico, un solo cantero rectangular existe en el fondo.

   -Acá estoy haciendo una huerta ecológica -mientras sale humo de su nariz agrega-, la yerba usada la deposito en el cantero y toma un color negro.

   -Sí. Si veo -tomo un cigarrillo ofrecido de su mano.

   -La yerba se transforma en humus y es una tierra muy buena -dice Eduardo rascándose la cabeza-. Por eso es una huerta ecológica porque se aprovecha todo.

   -Claro el poco espacio lo haces productivo.

   -Y no solo eso, si no también que las semillas no las compro -tira una colilla en el suelo-, las semillas son del residuo de las verduras que consumo.


Luego ingresamos a la cocina y me propone beber vino.

   -¿No es muy temprano para arrancar?- pregunto tocándome la nariz.

   Eduardo me dirige una mirada inquieta y desafiante.

   -Yo no tengo horarios para tomar -responde.

  Nadie logro que dejara de beber. Nos sentamos en taburetes enfrentados en la pequeña barra que se encuentra entre la cocina y el comedor. Moscas gordas revolotean en círculos sobre la cocina. Destapa otra botella de vino tinto con manos temblorosas y sirve en dos vasos sucios. Con su aliento oliendo a cenicero me interpela.

   -¿Cómo llevas lo de Karina?

   -Karina solamente se fue físicamente... de mí balero no se fue.

  Cada vez que alguien me pregunta por Karina me pongo triste. Sí he cometido errores ¿Vos nunca te equivocaste? Sí nos equivocamos. Pero, ¿porqué se pagan tan caro los errores? El amor es el engaño de una ilusión. Yo no la deje a ella, ella me dejo a mí. Todos los malditos días pienso en Karina. Como actúas después de una decepción te hace ver cómo eres.

  Enciende otro cigarrillo sentenciando:

   -Que pucho el parisien, no hay mejor cigarro que el tabaco negro -mientras arroja la colilla a un costado del piso sucio.

   -Un amigo mío de la secundaria decía que no hay nada mejor, cuando uno está con una mina, que un vaso de whisky antes y un pucho después.

  Eduardo levanta el vaso sobre los ojos y hace un fondo blanco y nuevamente arroja vino en su copa. Sus ojos se tornan vidriosos y su nariz es como un tomate. Eduardo es una planta que crece sin un plan. A través de los parlantes se escucha Edmundo Rivero.
  Agarro el paquete de parisienes de la barra y enciendo uno.

   -¡Un hombre no puede ser amigo de una mujer! -con una mano Eduardo empuña el vaso y entre los dedos de la otra sostiene el cigarrillo.

   -Solamente se puede ser amigo de una mujer si es fea -apoyo mis manos en mis muslos.

   -Dale toma el tinto - alarga nuevamente su mano a la botella con sangre de uva.

   -De una mina linda es muy difícil ser amigo -digo sorbiendo un pequeño trago.

   -¡Un hombre no puede ser amigo de una mujer! ¡El sexo se interpone!

   -Un varón no puede tener como amiga una mujer que le atrae - y agrego-, no hay que exagerar una amistad con una mina que te gusta.

   -Únicamente se puede ser amigo de una mina antes o después de tener sexo -llena su copa de nuevo y enciende otro paruca -. ¡Un hombre no puede ser amigo de una mujer!

   Los labios de mi compañero se tornan azulados y su cuerpo tambalea. Comienzo a sentirme incómodo.

   -¡Un hombre no puede ser amigo de una mujer ! (...) He visto lindas minas que terminaron con cada negro (?) La única mujer revolucionaria de este país fue Eva Perón.

   La paranoia nos protege de este mundo.

   -Me tengo que ir -pregunto tocándome el lóbulo de una oreja-. ¿Me puedo llevar El miedo de la libertad de Erich Fromm?

   -Sí agárralo y después tráemelo -responde Eduardo sujetándose en la barra.

   No hay que quedarse mucho en una casa ajena, porque allí habitan los fantasmas de los que viven. Deja de llover y el cielo sigue nublado. Sórdido tomo el libro del estante junto con otro, omitiendo a mi amigo el nombre y el autor del otro libro, con intención de no devolverlo.

nf
  
Nadie da nada de balde, sabelo
    (La H)