El hache
Mientras pasaban los abriles en la tumba los
ojos del hache clamaban venganza. En la
oscuridad ideaba en su calabaza un plan simple y sencillo para vengar el
descanso de Gustavo Zeta.
El rancho de celda del hache era un ricotero
que se la pasaba con la mosca y la sopa y siempre le repetía al hache "Nadie
va a escuchar tu remera de Hermética". El hache manoteaba el pasacasete y
exclamaba, "ya estoy harto del Indio ahora me toca a mí". Colocaba el
casete de Victimas del Vaciamiento que recién le alcanzaba su hermano en la
visita. Había una canción que gritaba: "Me jugué por una amigo que al
final me abrió una herida... Cosas malas tiene la vida pero ninguna peor que la
traición..." Rodaba la cinta cantando "Confié y me cagaron por amistad
pero aun sigo, saber es bueno para empezar a hacerse vivo." Mientras
escuchaba inmediatamente aparecía la imagen agachada de Gustavo Zeta acostado
sobre el vento de la astiya del H.
Una
noche de otoño, a las doce, lo soltaban bajo el régimen de libertad condicional.
Aquí percibía la chance de calmar su hemorragia. A la mañana siguiente,
mientras se ahogaban las hojas, emprendía la marcha rumbo al quiosco situado a
media cuadra de Zeta. Maniataba y ataba al quiosquero encerrándolo en el baño.
Tomaba su lugar y despachaba a la clientela mientras esperaba como espera la
araña que se enganche la presa.
A las dos de la tarde se arrimaba Gustavo Zeta
a la ventanilla y pedía un phillips morris. El hache extraía el fierro del
bolsillo interno de la campera y rebatía "Aquí tenés tu corchito". Un
confite se abría paso en la frente y emergía expulsado por la nuca. El hache surgía
de su fachada y vaciaba todo el cargador de la empavonada sobre el fiambre de
Gustavo Zeta.
El barrio sacudía y se encontraba atestado de azules.
El quiosquero liberado insistía todo el
tiempo "No a mi no me hizo nada y no se robo la guita... Todo está en su lugar."
NF
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