martes, 1 de agosto de 2017

Expulsados del paraíso

Expulsados del paraíso

"Conocer la propia oscuridad es el mejor método para tratar con la oscuridad de los demás."

Carl Jung


                                                                                                                                 Posadas es una ciudad caliente que haraganea el pasado. La casa de Daniel tiene una ubicación privilegiada a cinco cuadras del colegio en pleno microcentro. Es el lugar citado para la rata, especialmente en el mundial de México, cuando juega la selección marchamos directamente a esa casa. También es el espacio preferido de reunión cuando tenemos horas libres por falta de profesores. Honestamente envidio a Daniel, su padre empresario normalmente no se encuentra en la ciudad, el inmueble es de una gran extensión (un cuarto de manzana). Daniel, junto con su hermano mayor, tiene un habitáculo separado de la casa principal. El hermano se aloja muy poco con Daniel, está muy ocupado con su puesto de arquero suplente en Vélez. La habitación emancipada consta de un televisor color con video y un centro musical que es la desazón de todos, conserva posters de Soda, Virus, The Cure, U2, Judas Priest y W.A.S.P. entre otros. También, como en casi todas las casas, hay una foto del Diego con el mágico número diez. Por si fuera poco cuenta también con un fiat bolita a su disposición de color  rojo con una hermosa butaca, tiene los asientos delanteros un poco más distanciados que los que vienen de fábrica brindando mayor comodidad al conductor y acompañante.  Una tarde le pregunto:

   -¿Cómo hiciste para conseguir la cartelera de Volver al futuro?

   -Se lo encargue al boletero del cine que es amigo de mi hermano...,  además le tiro unos mangos -mientras fuma con carraspeo y pone las cenizas en su mano.

   Somos respetuosos con la hermana menor de Daniel, aunque la realidad es que todos le tenemos hambre.
   
   Mi padre siempre insiste que además de estudiar debería trabajar. A mí me encanta la idea de tener un laburo, ya que no cuento ni para invitar a una chica a tomar un café. Él me dice que podría buscarme un trabajo de cuatro horas por la mañana, ya que curso a la tarde, contesto “Y que pasa con los dos días que tengo a la mañana educación física”, se queda mudo. La cuestión es que mi padre usa eso para amenazarme, me río por dentro porque nunca me consiguió ningún empleo. Estoy cansado de ser un ratón de iglesia (mantenido por los padres). Jamás conocí un restaurante por dentro, únicamente he ido a veces a una pizzería. Entre cinco amigos hemos juntado, alguna vez, dinero para adquirir una pizza. Cuando se sirve en la mesa cada uno intenta masticar lo más ágilmente posible las porciones. La regla que tácitamente colocamos es que terminada de comer completamente la fracción se puede tomar otra, y todos nos apresuramos en deglutir rápido para intentar comer una ración más. Cuando hay hambre se digiere más rápido y el tiempo no espera.

   Ifrán y López, dos compañeros, juntos son dinamita. Se sientan contiguos en el aula y son los sospechosos de siempre cuando ocurre algo fuera de lo común. No se pueden quedar quietos, es como si tuvieran hormigas en el culo. En sus rostros tienen dibujados gestos de burlas que no comunican bondad, a ellos nada les preocupa. Son mistéricos y no les importa la vida en sociedad. Sucios por fuera y por dentro. Las autoridades escolares resuelven separarlos, enviando a López a otro curso. Ellos siguieron reuniéndose en los recreos hasta que lo expulsaron a López. En venganza draconiana cada vez que ocurre un acto en la escuela se escucha primero los estallidos de huevos podridos en las ventanas, luego las bombas de olor en el patio. Es tan fétido el ambiente que provocan arcadas y vómitos. Con sonrisas cómplices por lo bajo todos sabemos quién es el autor de la pestilencia.

    Hay cosas que sin ninguna lógica se repiten.

    Hace un mes había explotado un inodoro en el baño de varones. El colegio se inundo y quedo inhabilitado por tres días. Todas las miradas fueron dirigidas a Ifrán y López, investigaciones y pericia policiales convergieron en López.

   Hay muchas personas que a una enfermedad o carácter la acusan de "es genético", son muy pocas las enfermedades que están genéticamente programadas. La mayoría de las enfermedades complejas quizás tienen un pequeño componente genético, pero tener una disposición no es lo mismo que una determinación. La inmensa mayoría de las enfermedades no están predeterminadas genéticamente.
   Los genes responden a nuestro entorno. El gen se adapta al entorno y responde a él. Hay situaciones que despiertan y otras que apagan al gen. Por ejemplo, una infancia de abusos genera violencia o puede formara alguien antisocial. Así como una persona que no es maltratada de niño, difícilmente sea violenta en la adultez.
   
   Hay una contribución genética, no una disposición genética. "Esto es genético", es un error.

   La esquizofrenia no es genéticamente programada, hay situaciones que despiertan y otras que apagan la enfermedad. Todo gira alrededor del entorno.


   Una madrugada nos reunimos cuatro compañeros en la casa de Daniel, después de beber varios vinos, propone Ifrán:
  
     -Che Dani podemos usar esos tachos de pinturas.
  
    -¿Para qué? -interroga Daniel mientras silba a un gato para que regrese.
  
    -Para hacer una pintada en la escuela.
  
   Todos aprobamos la moción. Movimos el culo al colegio los cuatro, de los cuales tres tienen brochas y pinturas. Al quedar con las manos vacías yo oficio de campana. Escribieron insultos a profesores y autoridades escolares en las paredes exteriores del edificio. En el silencio, con un pucho apagado entre los labios,  pregunta Ifrán ¿Che hacete se escribe con hache? “Sí boludo” –respondemos a coro-, “preguntaba para que no me descubra la de castellano”, agrega Ifrán, todos reímos. Con manos sudorosas alerto que se acerca un patrullero y nos desbandamos.

   La impaciencia es el padre de todos los errores.

   Al otro día, la escuela nacional de comercio se encuentra convulsionada. Nos comentan informantes del turno mañana que estuvieron la policía y gendarmería tomando fotos de los grafitis, después los taparon con cal. Nosotros estábamos en el ojo de la tormenta, la pintada fue de índole sexual muy ofensiva, finalmente no pudieron auscultar quienes son los culpables.

   Un día martes nos pusimos de acuerdo con Ifrán y Lorenzo para faltar al colegio y reunirnos en el balneario, trayendo debajo un pantalón corto. Nos reunimos al otro día, a la hora programada, dimos unos chapuzones en el agua y después escabiamos un par de vinos. Estuvimos con las mejillas manzanas y ebrios como dos horas en plenos rayos de sol. Entresueños escucho un grupito sobrio de chicas que pasan cerca de nosotros y una comenta, "mira qué lindo bronceado que tienen."
  
  
   Una jornada se presenta Ifrán a clases con un pantalón extravagante. El jean es nevado con una tira de tela en los costados añadida en cada pierna y (para completar) tiene flecos que llegan al suelo. Confieso que llama la atención a todos, Lorenzo le dice “Eh hace mucho que trabajas en el circo”. Ante la risa de la patota, Daniel añade “No boludo él es el que contrataron para barrer el patio”. Todo era diversión hasta que se acerca la directora. Lo llama a Ifrán a la dirección, el alumno finge tener lipotimia, igualmente lo advierte que si llega a venir nuevamente así vestido no será admitido en el colegio.

   Mucha gente quiere recoger frutos de árboles que jamás sembraron.

   A la semana, todo el mundo calza pantalón nevado. De repente se pone de moda, como así también camperas de jean salpicadas con lavandina. La directora ya no se puede oponer a la moda y debo reconocer que Ifrán fue el primero en animarse a vestirse de esa manera. Aunque nadie adiciono las tiras floreadas ni los flecos.

    Todo el mundo sufre, inclusive aquellos que disimulan no sufrir.

    Otro día aparece Ifrán con el cráneo desnudo, todos riéndonos a carcajadas preguntamos “Que te pasó”, exasperado responde: “Me agarró la yuta el sábado por la noche y me pidió el documento, como no tenía, me llevaron a la taquería. Me dijeron que no podía tener el pelo así como un hippie y me pelaron. Estuve más de dos horas demorado y me decían que averiguaban si tenía antecedentes. Un cana me indicó que si no quería pasar toda la noche acá tenía que limpiar (con un balde y un trapo de piso) toda la comisaría. Así que tuve que lampacear  y después me soltaron.”

NF

   

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