martes, 15 de octubre de 2013

Luz de un domingo

          Luz de un domingo

    Una tarde de domingo partimos con el Fiat 128 a la costa del río, el plan es pasar una tarde de pesca en familia. Saque mi caña mojarrera y me retiro en un pozo donde hay buen pique, me fascina ver hundirse la bolla para (luego) pegar el tirón con la caña y atrapar la presa. He sacado varias mojarras y bagres pequeños, mi padre aparta tres mojarras para carnada de anzuelos más grandes. Las demás las freímos, no disfruto de nada más rico que comer pescado fresco en el mismo lugar de donde fue capturado. Más tarde mis progenitores  fueron con líneas y anzuelos grandes, en un lugar aislado, a pescar peces gordos.
    Yo me siento solo y aburrido, comienzo  a caminar y recorrer el lugar. Dos hombres están pescando solitariamente del resto. Cuando deambulo cerca uno de ellos me señala “Ven, acércate”. Algo me movió y me arrimo.
    -¿Cómo te llamas? –pregunta el mayor.
    -Me llamo Martín.
    -¿Qué tal estuvo la pesca hoy?
    -Me dediqué solamente a mojarrear, todavía no aprendí a pescar peces grandes.
    -A está muy bien –agrega- tu crees en Dios.
    -Sí.
    -Entonces, sabes quién es Jesús.
    -Sí, es el hijo de Dios.
    -Es el único y verdadero mediador entre Dios y los hombres. Él es el mejor amigo que un niño puede tener. En Él puedes confiar ciegamente, siempre te va a escuchar.
    -Nosotros –dice el otro hombre- estamos a prueba en este mundo.
    -Jesús se hizo semejante al hombre –dijo el otro individuo- pero también es la única fuente de la verdad ya que está unido a Dios, su padre. El nombre de Jesús está sobre todo nombre (en la Tierra y en el Cielo). Cristo fue obediente hasta la muerte, y muerte en la cruz. Él predico con el ejemplo y realizo muchos milagros para que las personas no desconfíen de su divinidad.
    -Hubo muchos profetas antes que Jesús, pero únicamente Jesucristo dijo de sí mismo que es el Hijo de Dios. Cristo está por encima de todos los profetas.
    -¿Qué debo hacer para ganarme el cielo? –pregunto.
    -Ante todo debes creer en Dios y su hijo por sobre todas las cosas. Y en segundo lugar, obedecer (en todo lo posible) sus enseñanzas. La obediencia a Dios es el camino al Paraíso.
    -¿Qué es el cielo?
    -Dios está en todas partes, de  manera especial habita en el cielo. Habitar el cielo es participar de la vida eterna con Dios –y agrega- el mundo es algo que no nos pertenece, debemos rechazar sus tentaciones y deseos porque constituyen la perdición de los hombres. No debes aferrarte a nada del mundo.
    -¿Porque a veces no se cumple lo que pido a Dios? –interrogo nuevamente.
    -Dios obra de forma misteriosa, pero Él cumple sus promesas. Aunque muchas veces no de la manera que nosotros imaginamos o pensamos. Debes aceptar personalmente a Jesucristo en tu corazón como tu salvador.
    Mi madre me llama y me despido (estrechando las manos) de los dos hombres. Durante el recorrido de regreso a mi casa me pregunto “Cómo será el reino de los cielos”. Volví a mis quehaceres habituales y a aquellos dos señores (con los que converse) no los he vuelto a ver.

NF

miércoles, 9 de octubre de 2013

Segunda noche en el infierno

   Segunda noche en el infierno

    Unas personas desconocidas me condujeron a un lugar tenebroso. El hedor es intolerable y la sensación en el cuerpo es horrible (nervios y temblores en toda la piel, un ligado de párkinson y epilepsia). Observo que un ser jorobado es comido y succionado por el demonio que lo desea (puede ser cualquiera), es una sensación espantosa.  En la espalda, en la jibá, lleva un muerto al que está aferrado. Juntos forman una sola unidad. Los demonios mastican las entrañas del cuerpo elegido. Inmediatamente las entrañas, a pesar de las mordidas, vuelven a crecer. Otros liban y chupan.
    Hasta aquí era únicamente un espectador de este atroz espectáculo. Pero, de repente, siento un enorme peso en mi espalda y comienzo a caminar en círculos con los demás. Miro hacia atrás, somos devorados y chupados por los agentes infernales. Giro y veo nítidamente (con mucho asombro) que la carga que está en mi espalda… soy yo mismo, muerto.
    Cuando me veo a mi mismo muerto me incorporo de la pesadilla. Temblando de pánico y de miedo.
    El infierno existe y es horrible.
    Una voz, después, me dice que el infierno y los demonios son vías que necesitan algunos para acceder a la luz y a Dios. El camino siempre es bueno si conduce a Jesús.

NF

martes, 8 de octubre de 2013

Gabriel

                                                                Gabriel

     Se presento en un entresueño (ante mí) una voz dulce y agradable. Me dice que su nombre es Gabriel, que su función es protegerme. La sagrada escritura nos enseña que el sueño es el medio mediante el cual los ángeles se comunican con nosotros (no hay ninguna otra manera). Pregunte si era el de las Escrituras, respondió que no, que simplemente es mi ángel de la guarda. Después le interrogue ¿porqué tengo tanta tristeza?, me respondió “Todas las personas de este mundo tienen tristezas y alegrías” y agregó “Aunque tu hayas tenido muchas tristezas no creas que sos la única, todas tienen sus tristezas.”
    Pregunté nuevamente ¿Jesús me ha perdonado? Responde “Hace ya mucho tiempo que Jesús te ha perdonado; eres tú el que debes perdonar y perdonarte para ganarte el Paraíso” ¿A quién? –Interrogo- “A todos debes perdonar de corazón, pero especialmente a tu padre” -después agregó el ángel-  “El día que en tu espíritu perdones a tu padre, ese día irás al Cielo”. Conteste que para mí era muy difícil perdonarlo porque me había hecho mucho daño. Gabriel repuso “Recuerda que él siempre te amó y estuvo a tu lado en los momentos mas difíciles.”
     Contesté que sí, que era cierto, pero él estuvo a mi lado cuando ya era demasiado tarde, cuando el daño psicológico ya estaba hecho. El protector me decía “recuerda que Dios ama a todos sus hijos, así como el padre ama a su hijo” Entonces pregunte ¿Porqué a veces me castigaba y muchas veces sentía que mi padre no me quería? El ángel contestó “Hay personas que creen que Dios los abandona y no los quiere, eso es falso” -añadió Gabriel- “tu padre siempre te amó, aunque tu no lo creyeras.”
    “Dios es amor, y Él ama a todos sus hijos.”
    Después le expresé que tal vez si tuviera mi propio hijo, y lo amara como su padre, aprendería el amor paterno y comprendería mejor las cosas. Que al fin lo perdonaría. El ángel reparó,  “no es necesario que tengas un hijo para que perdones.”
    Finalmente, entre lágrimas emocionadas, deje de percibir su dulce voz. Por último, se despidió diciéndome: “Soy tu ángel guardián, siempre estaré contigo para protegerte.”


NMF